NO
MÁS GRITOS SILENCIOSOS. Sí más gritos sonoros, no de lágrimas y golpes,
sino de un instituto que dice “¡BASTA!”, que comienza a despertar, a
comprometerse.
Dejad
de trabajar, de correr, de estudiar, del estrés cotidiano y respirad,
sentid por un momento, escuchad el grito de los que sufren. Tomad
conciencia, no tengáis prisa, no tengáis miedo de SENTIR para ser más
humanos.
La
primera y gran ayuda es el rechazo hacia un comportamiento brutal e
insensible. Es el instituto el que tiene que transmitir que no existe
ningún tipo de justificación para el maltrato. Aquí sí que la
intolerancia tiene que ser máxima. Si el maltratador llega a sentir el
rechazo público, hay esperanza, pues habrá tomado conciencia de que no
ha actuado bien, de que así no se trata a la persona que supuestamente
se ama, de que así nunca sentirán el amor y de que nunca formarán parte
de nuestra comunidad educativa.
Rocío,Huescar
Rocío,Huescar
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